lunes, 31 de enero de 2011

Amigos de bolsillo

            Siempre me he preguntado ¿por qué la falta de reciprocidad en las acciones de la gente?, ¿por qué nunca obtienes de los demás lo que ellos obtuvieron de ti?, y no me refiero a hacer las cosas con un interés de por medio, sino que a veces no está de más recibir lo que damos. Señalo en sí a las diferentes especies existentes, que nos hacen arrepentirnos de no decir “NO”; los cuales les describiré a continuación, sé que al final del artículo al menos uno de ellos se les ha cruzado en el camino y a aquellos que se les presentó uno siendo la combinación de todos, mis sinceras condolencias.
El prestamista: su nombre no se debe a que te preste algún tipo de bienes o servicios, al contrario, este ser es de esos que no puede estar sino pidiéndote algo, de hecho cuando recibes un mensaje o una llamada de su parte te comienza a doler el bolsillo, y temes por todos los objetos que tanto te ha costado tener, desde tu ropa hasta los cds, que aunque quemados, tienen grabados una selección que sólo tú y tu paciencia descargando archivos pudieron lograr. Lo peor del caso no es que te pida prestado hasta la ropa interior, sino que para que te devuelva las cosas tienes que hacer vigilia en la puerta de su casa, y si tienes la suerte de conseguirlo, lo más seguro es que no lo haga en las mismas condiciones en los cuales se lo cediste temporalmente, en pocas palabras, regresa a ti casi inservible. Característica principal: cuando por cosas de la vida eres tu quien necesita algo prestado de él, seguramente te invente una excusa para no hacerlo, si te lo da a regañadientes no habrás llegado a tu casa cuando ya lo tienes en la puerta preguntándote “¿ya lo usaste? es que lo necesito”.

lunes, 24 de enero de 2011

Fanáticas de la atención


Con esa fiebre que embarga a la mayoría de los venezolanos durante la temporada de béisbol profesional, es difícil no comentar acerca de esos hechos que se viven alrededor de esos cuatro meses, dentro y fuera del estadio, jugando o no tu equipo favorito, seas fanático o simplemente aparentes serlo, este deporte saca a relucir lo bueno, lo malo, y en especial, lo feo de mucha gente.
Viniendo de una familia donde béisbol es el tema de conversación los 365 días del año, 366 en bisiesto, influenciado porque el 90% son hombres, ya para mi es parte de la rutina (mi frustración de niña fue no jugar en un equipo como mi hermano), cabe destacar que sin necesidad de gritar a los cuatro vientos mi fanatismo, yo lo vivo a mi manera, quizás también debido a que es la mejor manera de ahorrarse las burlas si mi equipo pierde (me ha dado buenos resultados), así me lo reservo para conversaciones que de verdad valgan la pena.

lunes, 17 de enero de 2011

Odisea bancaria


            Ahora tener que ir al banco exige una preparación comparable a un viaje para acampar en la montaña, pero con la gran y notable diferencia que no tiene la emoción del contacto con la naturaleza, ni el rato de esparcimiento, en su lugar se trata de lidiar con el tráfico, las interminables colas, la pantalla donde nunca aparece tu número para ser atendido, el miedo a ser atracado en el camino, entre otros factores que van estrechamente ligados a la transacción a realizar.
            No importa a qué vayas, tendrás que madrugar, aunque llegues tres horas antes de que abra la entidad siempre habrá otro que llegó primero que tú. Una vez abierta la agencia, si es por números, misteriosamente parece que los dígitos que conforman el tuyo no están dentro del sistema de la pantalla, porque aparecen todos menos el que te tocó. Si es por orden de llegada una vez que estés cerca de ser atendido hacen acto de presencia toda una cuadrilla de mujeres embarazadas y ancianos, quienes como todos sabemos pasan primero, cosa que hay que respetar además.

lunes, 10 de enero de 2011

El hombre de la máscara religiosa

           No me gusta caer en polémica con nadie, o por lo menos no con la gente que goza de mi afecto, es por ello que trato en la medida de lo posible no tocar temas como la política o religión, debido a las muchas diferencias que saldrán a relucir, pero, en esta oportunidad no puedo contener una inquietud que tengo en la parte espiritual, la cual pretendo exponer ampliamente en este artículo, esperando no ofender las creencias de ninguno de los que me leen, ya que respeto las formas en que cada quien vive su fe.
            El punto es que me cuesta entender (o creer) a esas personas que luego de toda una vida perteneciendo a una religión en particular, drástica y rápidamente pasan a formar parte de otra (se vuelven hasta fanáticos), lo que a mi parecer es equivalente a volver a nacer (o falta de personalidad y seguridad en su propia fe).  Pero, no es precisamente hablar del cambio de religión en sí el objetivo de esta pieza, sino lo que trae consigo, específicamente que luego de hacerlo, algunos pasan a ser personas arrogantes viéndose a sí mismos como poseedores de la verdad absoluta (como se ven todas en realidad), y los demás pasamos a ser (para ellos) una banda de locos que viven en el pecado (¿y quién no lo es?), olvidándose (y creyendo que los demás también olvidan) quiénes fueron y qué hicieron antes de su “redescubrimiento”.