lunes, 7 de marzo de 2011

Caos carnavalesco

            Un “Carnaval” de sentimientos encontrados es lo que tengo con respecto a estos días, pensando en positivo, son momentos de descanso, de estar con la familia disfrutando de un merecido asueto; pero cuando te inclinas por seguir a las masas, son muchas las consecuencias que tendrás que asumir, propias de cualquier tipo de pausa en la rutina de la gente. Trabajas tanto que tienes muchos meses, sin saber lo que es estar en la playa, puedes pararte frente a una pared blanca sin ser visto, de tanto tiempo sin llevar un poco de sol; es por ello que has decidido embarcarte a las costas por las fiestas carnestolendas. So pena de que la pausa para “relajarte”, se convierta en la experiencia más irritante de tu vida.
            Todo lo requerido para un viaje de mínimo dos días, se dobla en precios, eso parece insignificante frente al hecho de que tienes el mismo traje de baño de cuando pesabas la mitad que ahora, el momento de adquirir uno nuevo ha llegado y por más que intentes hacerlo divertido, el espejo y la iluminación del vestidor están específicamente diseñados para que luzcas terrible por cada costado. Como sabes que siendo temporada habrá mucha gente en las playas, sacas a relucir el “autoconsuelo”, asegurando que de seguro verás a alguien peor.
            Una vez superadas las colas en cada centímetro de carretera, en donde cada media hora recordabas algún artículo olvidado; al llegar se mueven entre la multitud que hace intuir que las ciudades quedaron completamente desoladas, van directo a buscar algún cuadrito de arena disponible donde instalar su carpa, ya que dejaste la reservación de la posada para última hora y no quedaban habitaciones en ninguna parte, detalle que lamentarás por el resto de tu vida, y te lo reprocharán cada vez que puedan.
            Luego de una intensa lucha con la brisa, la falta de espacio y tu torpeza, logran colocar la carpa con éxito, sólo para notar lo inmundas que pueden llegar a ser algunas las personas, al ver a quienes tienes de vecinos de “campamento”; regar restos de comida, papel sanitario, pañales desechables, botellas vacías, ropa sucia en su entorno, emanando olores tóxicos para todo el que esté a su alrededor. Tratas de obviar un poco la situación, al sumergirte en el mar, el cual casi ni se ve entre la muchedumbre, convertido ya, en un compendio de agua, sal, fluidos y desechos humanos, no aguantas por mucho tiempo, así que luego de ser revolcada por cinco olas, pateada por el grupito que estaban lanzándose al agua de los hombros de unos y otros, quemada por una triza de aguamala destrozada por una lancha y golpeada en la cabeza por los que jugaban voleibol dentro del mar, te rindes y te vas.
            Reflexionas en que no era ésta tu idea de “vacaciones”, añorando como nunca la comodidad de tu casa; por lo que decides irte del lugar antes de lo previsto para por lo menos disfrutar y realmente descansar los dos días que te quedan. Una vez en tu hogar te parece un opción pasear por la ciudad, comer e ir al cine, no obstante, esos vecinos que ni siquiera sabías que existían aprovechan que estás pulcramente vestida para bombardearte (literalmente), con agua (y quién sabe qué otras cosas), arruinándote por completo el momento, a lo que tu reclamo obtiene como respuesta “es carnaval…si no quieres que te mojen…entonces no salgas de tu casa”.
            Por más que razones en que no tienes problemas en que “jueguen carnaval” de esa manera, siempre que lo hagan entre ellos, sin meterse con todo el que les pase en frente, lo conozcan o no,  ya que evidentemente es una falta de respeto, al no saber hacia dónde se dirige esa persona, además que dudo que estén dispuestos a lavarte la ropa arruinada por su “gracia”, y tan sencillo como que no estás, ni quieres estar incluida en su “juego”, menos cuando al fin tienes tiempo para dejar de estar encerrada entre cuatro paredes, sin embargo, al parecer creen que estas fiestas les da carta blanca para sobrepasar los límites de la confianza y el respeto por los demás, asimismo de darles el derecho de decidir si debes o no quedarte en casa.
            De momento, lamento cómo resultaría esta última situación para los que desafortunadamente si tienen que trabajar, peor aún ¿cierto?. Así que es evidente que no es mi asueto favorito, pero a fin de cuentas no queda otra que sobrevivirlo, o buscarle el lado bueno, así sea burlarse de los desfiles mal ensayados, las reinas accidentadas, los insolados por descuido y de aquellos que no necesitan disfrazarse porque ya son un disfraz per se, además, el que tus vecinos te den la excusa perfecta para decirles lo que realmente piensas de ellos, no tiene precio.

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