Hablan de cuánta ropa de marca se compran, cuando no tienen ni para hacer mercado, dicen a cuántos países tienen planificado irse este año, cuando falsificaron una constancia de estudios para poder pagar pasaje estudiantil en el transporte público, alardean de a cuántos conciertos irán, cuando tuvo que empeñar el equipo de sonido para poder pagar el recibo de la luz.
Situaciones como éstas hacen preguntarse ¿Cuál es el objeto de vivir de apariencias cuando no tienes con qué costearlas?, ¿Qué ganan con hacerle creer a los demás lo que no es?, a lo que no puedo evitar pensar que están tan enclaustrados en esa burbuja de fantasía que se construyeron para sí mismos, que no notan lo evidente de sus reales condiciones, a la vista de todos los que les rodean y para los que precisamente se esfuerzan en hacer ver lo contrario.
Es tan fácil reconocerlos, porque todas sus conversaciones se basan en los artículos que adquieren, o dizque han adquirido, o según ellos piensan adquirir, mientras al día siguiente llegan a la puerta de tu casa para pedirte dinero prestado. Aunque puede darse el caso, en aquellos que el cinismo hace parte de su personalidad, que luego de contarte toda una historia de necesidades y falta de liquidez (como que si tú no tienes tus propias preocupaciones y gastos), comienzan a vociferar los gustos que se dan, confundiéndote al no saber si pedirle de vuelta lo que le diste porque si estuviera tan necesitado no estaría gastando en banalidades.
Dicha banalidad, que los hace ver en realidad como seres carentes de madurez, como para aceptar sus verdaderas condiciones, creyendo que a alguien le importa si tienen o no dinero, si se visten de marca o no, si se dan gastos exorbitantes o comedidos, al final con la vara que midas, serás medido. De hecho, como ellos se esfuerzan en vivir de apariencias, todos y cada uno de los individuos que entren en la categoría en la cual ellos quisieran estar, o que cumplan con las características que ellos anhelan ostentar, serán objeto de su adoración infinita.
Lo anterior, los lleva a lo que se conoce como “hacer gloria con escapulario ajeno”, no sólo alardean de lo cual según gozan, sino también de lo que poseen los demás, sus logros, sus compras, sus gastos, sus viajes y hasta de su físico. Tal y como si fuesen propios, o si hubiesen hecho algún aporte o esfuerzo por ello; o si de alguna manera se benefician con el éxito ajeno (quizás sabiendo lo pedigüeños y lastimeros que suelen ser, seguramente si lo hacen); y de ser así no se avergüenzan de convertirse en una obra de caridad para los demás, hasta se jactan de eso (al parecer así sea que recibas lástima de alguien, si es importante, te hace a ti importante).
Entonces, ¿Qué es lo que se creen?, no digo que se deba ser una persona sin aspiraciones y sueños, que no se den gustos y no disfruten de ciertos lujos cuando cabe dentro de sus posibilidades, porque a fin de cuentas ese es el anhelo más generalizado y común que existe; sin embargo, no se debe dejar de lado la realidad en la cual se vive, ni hacer creer a los demás algo que no son, sólo porque piensan que eso los hará mejores a los ojos de terceros. Nada hay de malo en reconocer cuando no se tiene una situación financiera próspera, ya que no serás el único.
Además, resulta de mal gusto que a simple vista se noten sus reales necesidades (a veces no tienen ni para las más básicas), mientras alardean de despilfarrar dinero en extravagancias superficiales. Al final, tengas o no, eso a nadie le debería importar y tampoco estás en la obligación de rendirle cuentas, si tener dinero y ser exitoso es condición para una “amistad”, ya de por sí no lo es; es importante recordar que quien vive de apariencias tiene que tener con qué cubrirlas, pero es mucho más relevante no establecer el valor de una persona por cuánto tiene en su cartera o por cuán reconocido es, en pocas palabras no hay nada como tratar a alguien por lo que es y no por el provecho que puedes sacar de él.
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