domingo, 22 de mayo de 2011

Confabulación cósmica

Dicen por ahí “piensa lo bueno y se te dará”, odio ser pesimista, pero creo que hacerlo no siempre es muy efectivo, de hecho parece más bien un "piensa algo que se te dará lo contrario"; y no me refiero a ningún tipo de superstición; pero, que alguien me explique a qué se debe, por ejemplo, que después de gastar una sustanciosa cantidad de dinero en la peluquería, apenas sales del lugar, se desata una tempestad digna de usar un arca, donde lo más seguro es que no cargues un paraguas, puesto que cuando saliste de casa reinaba un sol radiante.
            Basta que uses una prenda blanca para que alguien te tropiece con una barquilla en la calle, o un chofer le parezca cómico acelerar al pasar por el charco cerca de donde tú te encuentras para bañarte con agua sucia, o tu torpeza decida tomar las riendas del día y comiences a derramarte todo lo que comes y bebes encima; o el día que saliste “al natural”, porque tu mamá no podía esperar que te maquillaras y no pudiste alisarte el cabello, ya que se te quemó la plancha, te encontrarás a tu ex con su nueva novia, dándole el material ideal para que “la nueva” diga con toda la satisfacción del mundo “¿Y tú salías con esa?, ni siquiera se arregla”.
            En estos tiempos de “racionamiento”, sólo tienes que meter la ropa en la lavadora para que se vaya la luz y cuando al fin llega, se va el agua; esto último también aplica para cuando llegas apurado a tu casa para bañarte; o si necesitas terminar un trabajo, se cae la conexión a internet. Y así, hay miles de situaciones que no siempre dependen de tener una buena actitud ante la vida, de una mentalidad positiva, simplemente pareciera que el cosmos confabula para hacerte sentir miserable, o por lo menos con “mala suerte”. Vamos con ejemplos menos “mundanos”, enfoquémonos en el tema favorito de muchas, “relaciones amorosas”; en este ámbito sucede mucho, casi siempre obtenemos lo que NO esperamos.
            Resulta que ese por quien das la vida, quizás sólo tienen una amistad, pero puedes imaginarte en segundos cómo sería la vida junto a él, te recreas miles de situaciones románticas que crees podrás hacer realidad en algún momento, sólo estás esperando que le nazca la iniciativa, lo cual sabrás que no pasará, el día que llegue a tu casa a presentarte al “amor de su vida”, ya que tu eres “como su hermana”; mientras agarras fuerzas de donde no tienes para estrecharle la mano y no la cara a la susodicha, pero ten cuidado, porque seguro él jamás captó tus señales (o simplemente las desvió), pero ella si lo hará y es un riesgo que no querrás correr, ya que tu premio de consolación es por lo menos tener su amistad.
            Otro caso, que en lo que a mí respecta, es casi una “cruz”, es cuando ese ser humano que te resulta completamente repulsivo, todo lo que dice o hace lo usarás en su contra, aquel que de sólo verlo te pone de mal humor; si a ése mismo, le gustas; no creo encontrar peor situación que ésta. Intentas por todos los medios evitarlo en tu camino, ignorarlo cada vez que abre la boca, hacer gestos de desaprobación con cada “chiste” que suelta, tu cara se vuelve metamórfica haciendo todo lo humanamente posible para que caiga en cuenta que lo detestas; sólo te falta denunciarlo por acoso. Pero, al parecer esto como que le resulta atrayente o es tan imbécil como para notarlo, o es tal la “ilusión” y la alegría de verte que se le nubla la mente y el sentido de la vista, perdiéndose tu cara de “asco” cuando lo tienes cerca.
Sé que muchas dirán “la suerte no existe, tú eres la dueña de tu destino”, cierto, de hecho reconozco que soy una de ese clan de “tu vida es el reflejo de tus pensamientos”, pero así también he descubierto que no es aplicable a todas las facetas de la vida, no podemos ser tan arrogantes como para pensar que podemos controlar todo lo que gira a nuestro alrededor; lo que si no niego, es en asumir esas “malas rachas” con estilo y actitud, siempre buscando una salida fiable y no consumirse en la amargura porque “nada me sale bien”, en pocas palabras, huir de la autocompasión.

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