domingo, 24 de abril de 2011

Karma en cuatro ruedas


¿No han sentido alguna vez que están en un lugar donde no cuadran, como que si no pertenecen ahí?, como creo se sentiría un rockero en un concierto de vallenato. Exactamente así me siento yo al usar el transporte público, es una especie de castigo cruel por algún pecado y me toca pagarlo con todo el peso de un karma. Es la combinación de todas las cosas más desagradables de este mundo, puedes encontrar toda una variedad de razones para odiar a este mal necesario:
·         Siempre hay alguien cuya higiene personal es bastante cuestionable, probablemente eres de los que atraen todo lo que no les gusta, así que no te sorprendas si se te sienta al lado.

·         No sólo se transportan personas, sino sus gérmenes, porque a algunos no les enseñaron a taparse la boca al estornudar o toser (la brisa caliente con olor a saliva seca que pasará cerca de tu nuca, no es la mejor forma de comenzar ni de terminar un día de completo estrés), ni les dijeron cuán desagradable es jugar con sus secreciones nasales y el dejarlos estampados en los tubos que sirven para no caerte cuando el chofer compita con uno de sus “colegas”.

·         Para algunos comer en su casa es inconcebible, dependiendo de la situación les quita diez minutos de sueño, o tienen tanta hambre que no pueden esperar llegar a su hogar, o sentarse en una mesa de feria de comida está en contra de sus principios, porque no hay nada mejor que degustar un manjar en una camioneta repleta de desconocidos, estando de pie porque no hay más puestos, lucir orgulloso en público tu rostro lleno de restos de comida, mientras le destilas grasa en la ropa al que está sentado por desgracia debajo de tu almuerzo.

·         Los niños pueden ser tan tiernos como insoportables, pero peor es cuando una desconocida toma a su hijo por centro de atracción y a ti como juguete de éste, frases como “mira a la muchacha”, cuando el niño sostiene una chorreante barquilla que no cabe entre sus manos, puede causar más pánico que una orden de evacuación. Si alguna de esas mujeres está leyendo esto, les informo, no es nada agradable, al niño no le importa una desconocida y ésta te aseguro que por mucho instinto maternal que tenga no le parecerá “lindo” que una criatura que no es familia de ella la ensucie, o la hale por los cabellos, o hasta la muerda, las sonrisas que intercambian más que de empatía, son nerviosas.

·         Así como los malolientes, los “solitarios” también les encanta buscar afecto sin permiso en las unidades colectivas, tu hombro es demasiado atrayente para esta clase de personas, tienes varias opciones, una es tener la suerte de sentarte en la ventana, si quedaste en el pasillo, pide la conmiseración de tu compañera (o) de asiento para que te dé un poco más de espacio, o la más radical, reclamárselo al ser en cuestión públicamente, quizás la vergüenza que le hagas pasar bastará para detener su abuso, pero si es de los que por sentirse apenados usan la defensiva, te espera una larga discusión con el patán de camionetica.

·         Hablando de “patanes de camioneticas”, este puesto es competido furiosamente por los mismos choferes y los tan detestables colectores. Es casi increíble cómo tantos defectos pueden caber en un sólo cuerpo, si no me crees, puedo estar 100% segura que jamás te has montado en un autobús ni por error; estos individuos son groseros, irrespetuosos, usan las uñas más largas que aprendiz de manicurista y no creo que toquen arpa, mucho menos que cultiven en algún conuco para justificar los sacos de tierra que puedes recolectar de ellas; como si eso pareciera poco, combinan al “maloliente” con el “arrecostador” todo en uno, no saben de la existencia y significado del término “respeto”, a menos que por mala suerte para ellos, y alegría nuestra, se tope con alguien que se los haga saber, ahí verás a un ratón indefenso porque como buen “hablador” es cobarde; esto sucede si se enfrenta a un hombre evidentemente más fuerte que él, si es una mujer (bien sabemos que la palabra es más fuerte que un músculo, y en eso somos expertas), a este espécimen no le importará responderte, lo que demuestra que entre los términos que le son totalmente desconocidos entra “hombría”.

·         Te puede sorprender, cuán holgazanes se han vuelto las personas, al notar que cada medio metro piden la parada; puede hasta pasar que la unidad dure un largo tiempo estacionada, quizás por el flujo de personas que suben y/o bajan, o por tráfico, sin embargo, en el justo momento que retoma su viaje, alguien pide detenerla una vez más, porque caminar treinta centímetros extras, al parecer es muy dañino.

·         Las latinas somos conocidas por ser bastante proporcionadas a la altura de las caderas, pero algunas pueden convertirse en todo un estorbo cuando se atraviesan en el comienzo del pasillo de una camioneta, con el fondo de la unidad totalmente vacía, y ni siquiera tienen la decencia de darle permiso a aquellos que no les gusta aglomerarse con los extraños, ni hacer malabares en el estribo. Si eres una de ellas, créeme cuando te digo que es mejor sentirse orgullosa de tus atributos en un lugar que realmente lo merezca, recuerda que el transporte público es usado por personas de ambos sexos, y las malas caras que te ganarás no serán precisamente por envidia, sino porque realmente estorbas.

Uno que otro aspecto expuesto acá, seguro los lleva a un lugar común, como sé también que en ese espacio móvil pueden suceder muchas cosas más, todas dignas de olvidar, desde el que habla por teléfono para que todos nos enteremos de su vida, aquel que piensa que el vallenato guardado en su teléfono cala en los gustos de todos los pasajeros (o el mismo chofer se encarga de aumentar el peso del ambiente con una selecta lista de reproducción, perfecta para considerar el irte a pie al trabajo). Y si menciono la inseguridad latente en los colectivos, o la cantidad frenética de vendedores ambulantes, o personas pidiendo dinero para supuestos familiares enfermos con exámenes que datan de más de veinte años; creo que no terminaría el artículo, así que eso se los dejo para sus comentarios personales.

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