martes, 5 de abril de 2011

La vorágine de una desgracia musical


“Por delante por detrás, por delante por detrás, por delante por detrás pa que te duela (...) Y si ella se porta mal, dale con el látigo, se sigue portando mal, dale con el látigo, y si ella se porta mal, dale con el látigo (…) Vamos a mi casa a terminar de pisar si me pides mas yo te doy más. Minuto a minuto te voy a sudar porque con el látigo te voy a dar.”
¡No!, no es que esté teniendo un apasionado romance con un convicto, tampoco es el extracto de una carta amenazante de algún acosador, ni menos la descripción de una sentencia de la edad media y por mucho que parezca familiar tampoco es el diálogo de dos policías tratando de controlar una manifestación. Ese párrafo no es otra cosa sino la prueba de la decadencia existente en los llamados géneros musicales populares, específicamente el “reggaetón”, es hasta difícil pensar que es una canción, pero se supone que eso es.
Muy indignante es ver a una mujer bailar desenfrenada al ritmo de esa “lírica”, tal vez no entiende el idioma, o tiene tendencias sadomasoquistas, peor aún es escucharla decir “ooohh adoro esa canción”. Es evidente la connotación sexual de las letras que componen este estilo, estrechamente vinculado a la forma en cómo se baila; ver una sesión de baile de una ronda de reggaetón puede llegar a tener censura XXX.
La estrofa que inicia este artículo es sólo una de miles de canciones que rayan en la vulgaridad, con un mal uso del lenguaje, comentarios denigrantes, especialmente hacia el género femenino, ni hablar que la variedad de ritmos es casi inexistente, pareciera que todos usan una misma pista y cambian sólo lo que dicen, la mayoría de las veces como quizás su cerebro se cansó porque pronunciar por tres minutos las mismas cuatro palabras es para ellos demasiado esfuerzo, dedican los segundos que le quedan de espacio para maldecir a su “competencia” (quien es igual o peor que ellos), denotando una egolatría, la cual resulta absurda para personas que no están haciendo un aporte emblemático a la humanidad como para pelearse el título de “yo soy el mejor”.
A esto me pregunto ¿el mejor en qué?, ¿en insultar la integridad de la mujer?, ¿en destrozar el idioma con modismos inventados para forzar las rimas?, ¿dando terribles ejemplos a la juventud que está en proceso de formación de criterios y estilos de vida?, ¿haciendo ver a los niños que ser malo y pasar por encima de los demás está bien?, ¿que tratar a las féminas como simples objetos sexuales que caducan cuando llega una con mejores cirugías es caballeroso y que cuando ésta se da a respetar y protege su integridad no vale la pena?, o ¿que la violencia y las armas es la forma de resolver los problemas?, o ¿que con drogas la vida es más llevadera?, o ¿decirle a las niñas que lo mejor es estar con un hombre con carro y dinero así sea un completo patán?.
Seguramente, seguiremos viendo proliferar más y más “exponentes” de este género, ojalá que no, sin embargo, al ver la cantidad de personas sentir afinidad por él, me inquieta, ¿es esa la mentalidad de la sociedad en general?, de ser así no estamos avanzando tanto como creemos, a menos que vean al retroceso como una forma de avance. Sé que cada quien tiene sus gustos, pero la música fue hecha para entretener, relajar, alegrar, no para ofender, incitar malos hábitos y alabar los vicios; puedo entender que a alguien le guste la salsa, a otro el merengue, otros el rock, mientras a algunos las baladas, pero todos esos independientemente del ritmo, tienen esencia de alguna manera en sus letras.
Siendo una apasionada confesa por el reggae, me enerva aún más que aseguren que esta nueva onda musical nació de ahí, y que por ello derivó en “reggaetón”, todo aquel que haya escuchado aunque sea un momento al gran Bob Marley, Fidel Nadal, Los Cafres, Cultura Profética o cualquier otro, pueden dar fe, que esa afirmación está lejos de ser cierta, por lo menos en contenido. Tal vez, es una manera de defender su “estilo”, porque es mejor apoyarse y aseverar que tienen una base, a decir que fue el resultado de un muy mal experimento en un estudio de grabación.
No logro entender claramente cómo hay hasta personas que la escuchan “para relajarse”, al mismo tiempo que no entiendo el afán de algunas congéneres en demostrar quién (disculpas de antemano porque sonará feo) “lo arrecuesta” mejor, parece que les da satisfacción el saber que tienen la capacidad de excitar a su pareja de baile (probablemente ni siquiera lo conozca), otra demostración de ignorancia porque es harto conocido que el sexo opuesto se excita hasta durmiendo, así que no deberían seguirse vendiendo a tan bajo precio.
Puedo escribir miles de líneas argumentando el resquebrajamiento que hay en los valores dentro de la sociedad latinoamericana, partiendo de este hecho, pero al final del día es sólo mi opinión acerca de una situación observable por cualquiera que realmente vea más allá de las apariencias, de la moda, de lo que según está “marcando tendencias”, que pueda proyectar las consecuencias que a la larga trae el escuchar a un niño de seis años cantar a todo pulmón cosas como “tú te agachas y yo te monto”, dentro de su inocencia a lo mejor ni sabe lo que está repitiendo, sin embargo, ¿quieren que lo llegue a discernir?, o el escuchar a una mujer decir a coro (SIC) “dale papi que soy tu cachorra”, o a un hombre tararear (SIC) “Soy un maniático sexual…Con una mezcla de mente criminal…Que se destaca por perriar con la yal…”; ¿no les parece terrible?.

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